Una escena de una película
en la que una chica le dibujaba a su hermana un reloj en la muñeca me recordó
que también nosotros lo hacíamos de pequeños, y que nos pintábamos unos a otros
bigotes, círculos en las mejillas y más cosas. Los recuerdos están ahí: sólo
esperan el caldero que baje hasta el fondo de la memoria y los suba.
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