Yo y mi perfeccionismo, mi perfeccionismo y
yo, ¡qué par! De los dos el mejor soy yo, por supuesto. Él, en cambio, venga a
chinchar, a tirarme de la oreja, a darme golpes en la nuca. No para, el tío, y
mira que es cansado lo suyo. Pero a ver quién le dice que se coja unas
vacacioncitas, si puede ser en Australia. Pero no, él es estajanovista, “para
servirle a usted, señor mío”.
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