En el cielo se acabará el “tener que”. Haremos lo que queramos, querremos lo que hagamos.
Será, sí, un “por fin en casa”.
Ya no habrá tensiones entre desear estar a solas y desear estar acompañado, desear caminar y desear estar sentado, desear salir y desear quedarse, desear viajar y desear permanecer en casa, desear estar despierto y desear estar dormido, desear los sonidos y desear el silencio, desear hablar y desear permanecer callado, desear desear y desear no desear.
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