martes, 7 de julio de 2009

Un cordero

Araño y no acaricio, Señor. Me sale la garra, quizá porque tengo los nervios en punta, porque duermo poco, porque qué se yo que más razones. ¿Dónde queda el hombre manso que quiero ser,  al que no importan qué diablos se le acumulan porque siempre los vence? Si, araño y me araño, sediento de tu mansedumbre, de no ser más que un cordero que duerme y se arrellana en tu corazón.

7 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Dicen que el cordero acabó león. Y lo dicen los sabios.

Un fuerte abrazo.

Jesús dijo...

¿Y no fue al revés, el león acabó cordero? En cualquier caso, como decía Isaías, el león y el cordero pacerán juntos. Ese león, el de Judá, no araña.

Un fuerte abrazo.

fa mayor dijo...

Te entiendo, Suso. YO también araño y a los que más cerca tengo y más amo, y luego ya sabes lo que hace la culpa con nosotros...
Ojalá quienes somos y quienes queremos ser acaben paciendo dentro de nosotros. Ese será un buen día.
Saludos.
Fa.

Jesús dijo...

Brindo por ese buen día, Fa.
Saludos.

Máster en nubes dijo...

ay, Dios mío, qué difícil la mansedumbre a veces. En fin, se puede uno consolar pensando que parte de nuestra no mansedumbre no es pecado sino carácter -dado por Dios-, cansancio o, también, que ese darse cuenta y dolerse a posteriori tiene su gracia y se crece por ahí ¿no, Susiño?
en fin, quien no se consuela es porque... no cree. Un abrazo de osezna

Aurora

CB dijo...

Claro, Suso, alguno tiene que haber que se resista (y suerte tienes que sólo es uno), para que recordemos que el poder no es nuestro, sino suyo. Para que, como bien dices, nos sintamos sedientos.
Como cantaban aquellos, más o menos: Agua sin sed, serio problema...
Y dejando los 40 principales, a propósito del león y del embasiliscamiento, mírate la maravilla del Salmo 91-90: ... Super aspidem et basiliscum ambulabis et conculcabis leonem et draconem/Quoniam mihi adhaesit...

Un abrazo

Jesús dijo...

"Y te basta mi gracia", me diría Dios, como a San Pablo. Si, es necesario que algo nos venza...
Un abrazo, Cristina.