Merece tu muerte que yo muera contigo; perderte, que yo ande perdido; no tenerte ya, que el corazón se me parta; tu ausencia, mi shock, mi devastación y mi locura. Que sean estos los primeros regalos de mi amor por ti. Cuando el tiempo, esa mano inaudita de Dios, me salve, deberá ser otro mi homenaje: la alegría de haberte tenido, el recuerdo que obra el corazón, y rezarte, rezarte, sí, porque vives con el Siempre Vivo.
5 comentarios:
Qué actitud tan humilde ante el dolor, porque no lo niegas; pero también qué temple, porque no pareces entregarte y confías.
Un saludo, Suso.
Debo pedirte (y pediros, a quienes leais esta entrada) perdón, Betty B. porque el texto no alude a nada que esté viviendo, a Dios gracias: es ficción. Es obvio, a estas alturas de mi blog, y los que me leeis lo sabéis, que el tema de la pérdida de un ser querido me interesa (¿me obsesina?) mucho.
Un saludo, Betty B.
Ay, pues qué alivio, el texto sigue siendo una buena reflexión sobre el dolor, pero es que yo me había puesto hasta triste:-)
De todas formas, creo que es mejor no pensar mucho en ello; por suerte o por desgracia, uno siempre acaba teniendo ocasiones para saber quién es.
Saludos, Suso.
Un relato sublime en todo los aspectos, profundo, desgarrador y emotivo, lleno de matices muy profundos que no pasan desapercividos a la profundidad del ser y de aquellos que ya no estan a nuestro lado.
Gracias por deleitarnos asi.
Rd.
Me siento muy identificada con este texto, porque si se lee con atención, descubres que se puede aplicar a otras situaciones anímicas.¡Impresionante!
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