miércoles, 21 de mayo de 2008

Desconocer

Cuando la sensación de desconocerse a uno mismo y a los demás es mucho mayor que la de conocerse y conocerlos, uno se atrevería a expresarse en estos términos: "Oye, ¿desconoces a mengano? Yo tuve el gusto de desconocerlo el otro día". "El día que desconocí a zutano, mi vida pegó un giro". "¡Qué ganas tengo de desconocer a fulano!". "Oye, si llegas a desconocer a X, dale recuerdos de mi parte". "¡Qué sorpresa! Nunca pensé que llegaría a desconocerte", etc., etc.

3 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Sí, e incluso cuando la sensación que impera es la de conocerse. ¿Pero eso es bueno o es malo? ¿A ti qué te parece?

Jesús dijo...

Por referirme sólo a las personas que son en verdad íntimas, yo creo que ocurre lo siguiente: que nosotros a ellas y ellas a nosotros nos vamos conociendo, íntima, hondamente, y al mismo tiempo vamos conociendo que nunca las conoceremos del todo, que no las "agotaremos", porque las personas somos inagotables. Si no fuera así, ¿cuál sería el encanto de una relación entre personas? Con respecto a los conocidos y saludados, pues lo mismo pero a un nivel más bajo, claro. Somos icebergs: lo que se ve es muy poco, y lo que no se ve es inmenso

Anónimo dijo...

Francamente, aun no conseguimos conocernos a nosotros mismos, por mucho que pensemos que si, mas difícil nos resulta decir que conocemos bien a otros, por muchos momentos y confianzas que compartamos con ellos. Siempre existirá esa caja de Pandora, que alberga algo en el fondo, para cautivarnos o desilusionarnos. Pero mientras dure ese misterio, existirá la ilusión y la esperanza. O eso dicen.

RD.