domingo, 18 de mayo de 2008

Consolarse

Leo estos días Una vida presente, las memorias de Julián Marías. En 1909, a los tres años, murió el primer hijo de sus padres, Pablito. Comenta Marías: "Mis padres no se consolaron nunca, literalmente". Después será él mismo el que pierda a su primer hijo, Julianín, también a los tres años. Y vuelve a comentar: "no nos hemos consolado nunca". Me pregunto que significa no "consolarse nunca" de algo, en este caso de la muerte de un hijo, la peor de las pérdidas. ¿No poder hacerlo, no querer hacerlo, las dos cosas al mismo tiempo? ¿Que quede, inexpugnable, dentro de uno, un reducto de tristeza que jamás será vencido, un vacío inasequible a todo llenado, una sensación de pérdida que no admita la compensación de ganancia alguna? ¿Qué hemos de entender por consolación para que se pueda decir que uno no la ha alcanzado nunca -porque no se pudo, porque no se quiso, por cualquier otra razón- con respecto a algo? ¿Cabe la posibilidad de que alguien dé por imposible todo consuelo, que lo rechace de hecho, consciente o inconscientemente, para así permanecer unido al ser amado, como si esa in-consolación, o desolación, fuera la única manera de tenerlo presente?
El autor Clive Staples Lewis relató en su libro Una pena en observación el proceso espiritual que vivió tras la muerte por cáncer de su esposa. Pues bien, tras el paso inevitable por la desolación, el rechazo y la protesta, superado el duelo, hizo el siguiente descubrimiento:
Y cuanta más alegría pueda haber en la unión entre un vivo y un muerto, mejor también.
Mejor por cualquier parte que se mire. Porque he descubierto una cosa, el dolor enconado no nos une con los muertos, nos separa de ellos (...). Es precisamente en esos momentos en que siento menos pena (...) cuando H. irrumpe encima de mi pensamiento en toda su plena realidad, en su ‘otredad’. No perfilada, enfatizada y solemnizada por mis propias miserias, como en mis peores momentos, sino como es ella por derecho propio. Esto es bueno y tonificante”.
Está claro que Lewis sí que se consoló.

6 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Pero llegar a eso es muy difícil. Cuando pierdes a alguien te parece que si no piensas en él le ayudas a morirse de verdad. Tras el primer impacto del dolor, el primer año, te sientes culpable si empiezas a vivir con normalidad, como si no tuvieras derecho. Yo perdí a mi mejor amiga en al adolescencia, en un absurdo accidente de tráfico, y a veces me siento culpable porque su recuerdo se ha convertido en algo dulce que no es dolor ya, sino puro recuerdo de algo que dolió, no sé, es muy complicado.

Jesús dijo...

Con respecto a este tema, yo tendría que callarme la boquita porque todavía no he sufrido la pérdida dramática de un ser querido. Pero intuyo, como creyente además, igual que Lewis, que las cosas, una vez atravesado el periodo de la desolación, deberían ser como las vivió este autor inglés. Que se pueda lograr, es otra cosa.

bela dijo...

Mi madre murió hace 4 años y pasé una época difícil en que solo pensaba en ella a todas horas y no hacerlo me parecía una traición. Sin embargo, con el tiempo y para salvar mi vida y seguir adelante tuve que proponerme no hablar de ella y no pensar en ella. Esto me sirvió para humanizar su recuerdo que estaba convirtiéndose en un endiosamiento enfermizo del pasado. Ahora la recuerdo a menudo pero ya soy libre de este sentimiento y aparecen ante mí todas esas bonitas ocurrencias que tenía cuando vivía y era una mujer tan especial. Sí, perder a un ser querido es doloroso pero hay que aprender a vivir y a ser conscientes que nosotros seguimos vivos y la mejor manera de respetarlos es viviendo.

Jesús dijo...

Tú lo has dicho: "la mejor manera de respetarlos es viviendo". Me alegra que hayas alcanzado este aprendizaje. Cuando me toque a mí pasar el trago, espero beberlo tan bien como tú lo has bebido.

Inmaculada Moreno dijo...

Leo esto años después de que lo hayáis escrito. Yo he tenido una pérdida terrible hace año y medio. ¿Sabéis qué diferencia noto entre esta conversación y lo que proponía C.S. Lewis? Que vosotros estáis hablando de "recordar", recordar cómo era... Eso sí es doloroso y negativo. C.S. Lewis habla de estar en contacto presente con ella. Nada de espiritismo ni cosa que se le parezca, sino sentir y saber que esa persona vive, junto a Dios, y sigue estando relacionada contigo en tu presente y en su presente-eternidad.
Por cierto, me encanta este blog. Enhorabuena, Suso.

Jesús dijo...

Hola, Inmaculada, y gracias por pasar por aquí y por tu elogio.

Estoy de acuerdo contigo y con C.S.Lewis. Llegado el momento, en el ámbito de la fe, querría no sólo "recordar a" sino "vivir con".
Si estás viviendo esto último, enhorabuena. Es una esperanza para los demás, para mí en este caso, cuando me vea en trance parecido.