miércoles, 7 de marzo de 2012

El embolado

He vivido con profunda emoción todo lo que CB empezó aquí y cuadró aquí, emoción a la que sólo hago justicia si la califico de espiritual y que me hizo experimentar de un modo para mí desconocido eso que llamamos la comunión en la misma fe. Este, y no otro, ha sido el “embolado” (¿te suena, CB?) en el que en buena hora me metí.

Que te conste, Cristina.

domingo, 4 de marzo de 2012

Hitos


En torno a mis 20 años, una serie de libros fueron hitos reveladores que me lanzaron hacia delante en la búsqueda de mi lugar en el mundo:

Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller, y dentro de esta obra, muy especialmente, el capítulo

Charles du Bos y la peregrinación hacia la esperanza, del cuarto volumen.

El hombre que fue Jueves, de G. K. Chesterton.

El misterio de la caridad de Juana de Arco, de Charles Péguy.

Luis Felipe Vivanco: La humildad de ser poeta, de Olegario González de Cardedal, capítulo quinto de su libro El poder y la conciencia.

Diario, de Luis Felipe Vivanco.

Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato.

Gloria, de H. U. von Balthasar.

Sin estos alientos primeros, no sería el hombre, el cristiano, el escritor que hoy soy.

De Charles du Bos: “La grandeza de la vida está en ser un fracaso; la grandeza de la vida está en ser una herida, acaso no para las criaturas a las que el uso de su oficio puede llevar a la serenidad soberana, pero en todo caso, sí para los seres humanos cuyo ser mismo consiste en sentir, y que sólo pueden expresarse por la escritura”.

De El hombre que fue Jueves: “Aquella cara se hinchó por instantes, hasta llenar todo el cielo; después, todo se escureció. Y en medio de la oscuridad, antes que la oscuridad aniquilara su espíritu, Syme creyó oír una voz distante que repetía aquel lugar común que alguna vez había oído quién sabe dónde: «¿Podréis beber en la copa que yo bebo?»”

De El misterio de la caridad de Juana de Arco: “Hay que salvarse juntos. Hay que llegar juntos hasta Dios. Hay que presentarse unidos. No podemos ir a ver a Dios los unos sin los otros. Es preciso que volvamos todos a la vez a casa de nuestro padre. Hay que pensar también algo en los demás. Hay que esforzarse un poco los unos por los otros. Qué nos diría él si llegásemos, si volviésemos los unos sin los otros”.

De Luis Felipe Vivanco: La humildad de ser poeta: “Fue Luis Felipe un español incapaz de gran conquista y de logros resonantes. Ni siquiera fue capaz de ejercitar con eficacia su carrera de arquitecto para ganar con ella el pan de cada día, en unos decenios en que se reconstruyen las viviendas de la mitad de los españoles y el nuevo Estado entrega un hogar a cada familia, abre túneles, tiende puentes, cierra cursos de ríos con pantanos, proyecta aeropuertos e inaugura patrióticos monumentos. Era él incapaz de esos haceres y construcciones hacia afuera. Sólo tenía palabras, que nacen desde dentro y hacia dentro reconducen. Pero fue capaz de estar en medio de España con verdad y entereza verticales, con generosidad de padre y sorprendido agradecimiento de esposo, con temor de niño desvalido en un mundo de mayores exigentes, con la dolorida humildad de ser poeta”.

De Diario: “¡Qué unido me siento con María Luisa y los niños, qué unido con Gredos, y con el padre Querejazu, y con los buenos amigos, qué unido con mi poesía. Poesía y naturaleza, realidad del mundo (…) mis lecciones a mi hijo sobre la realidad de este mundo. Mi Continuación y mi Descampado. ¡Qué unido a todo lo mío, a mi vida entera tal vez equivocada! No. No he fracasado, soy como soy y quiero estar, seguir estando (con un mínimo de holgura económica). Señor, dame ese mínimo. No se trata de rectificar nada, sino al contrario, de afirmar lo mío”.

De Sobre héroes y tumbas: “Y entonces Martín, contemplando la silueta gigantesca del camionero contra aquel cielo estrellado, mientras orinaban juntos, sintió que una paz purísima entraba por primera vez en su alma atormentada”

De Gloria: “El propósito de la presente obra es desarrollar la teología cristiana a la luz del tercer trascendental, es decir, completar la visión del verum y del bonum mediante la del pulchrum. Mostraremos hasta qué punto el abandono progresivo de esta perspectiva (que tan profundamente configuró en otras épocas a la teología) ha empobrecido al pensamiento cristiano. Por consiguiente, no se trata de abrir para la teología un cauce secundario y más o menos experimental, impulsados tan solo por una vaga y nostálgica melancolía, sino más bien de retrotraerla a su cauce principal, del que, en gran parte, se había desviado”.

Que así sea.

viernes, 2 de marzo de 2012

Cuaresma


Desgana infinita de escribir.
Pereza honda.
Cuaresma.

Tristeza infinita

Llevo días, en realidad semanas, con una subrepticia tristeza infinita por el panorama desolador que atenaza a España. Hoy hemos conocido las cifras de paro del mes de febrero y la pena infinita se hace más infinita…

Es desolador, angustioso, negrísimo. Las víctimas, Dios mío, las víctimas.

jueves, 1 de marzo de 2012

Todos los caminos conducen al libro


Un amigo (Ángel) me condujo a La agonía de Francia, de Manuel Chaves Nogales.

Una obra de teatro (La mujer justa, representada por la compañía Tanttaka Teatroa) me condujo a La mujer justa, de Sandor Marai.

Una película (La defensa Luzhin, de Marleen Gorris) me condujo a La defensa Luzhin, de Nabokov.

Un libro (La corte de Carlos IV, de Benito Pérez Galdós) me condujo a El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín.

Un viaje (Camerún) me condujo a El antropólogo inocente, de Nigel Barley.

Una crítica (Babelia) a La belleza y el dolor de la batalla, de Peter Englund.

¿Aumentará esta lista en el futuro con una canción, un paisaje, un rostro amado, y quién sabe cuántos más, pues todos los caminos conducen al libro?

martes, 28 de febrero de 2012

Hola, cariño; hola, querida


Como sabéis por esta entrada de Ángel, el escritor Joseph Pearce estuvo el pasado sábado, 25 de febrero, en Santiago de Compostela, donde impartió una conferencia en el colegio La Estila, a la que asistí. En un comentario en esta otra entrada de Ángel, aludí a una pregunta que le hice sobre un observación suya a propósito de las palabras que pronunció Chesterton antes de morir (en su libro G. K. CHESTERTON), indicando que lo contaría en una entrada en mi blog. Lo hago ahora, acudiendo a lo que un día escribí en mi libro Sangre y nieve, allá por el año 1998, y que ahora pego aquí:
Un biógrafo de Chesterton, Joseph Pearce, comenta así la muerte de su biografiado: “Las últimas palabras crean un verdadero anticlímax; produce un gran desencanto el que uno de los ingenios más brillantes del siglo veinte se fuera de un modo tan decepcionante”. Esas “últimas palabras” “anticlímax” fueron un “Hola, cariño”, dirigido a su mujer, y un “Hola, querida”, dirigido a su secretaria y amiga. ¡El genio tenía que expirar como genio y no así, tan lisamente, con dos meras salutaciones a sus seres queridos! ¡Chesterton tenía que ser “chestertoniano” hasta el final, también y sobre todo en este momento álgido! “Por favor, su última genialidad para la posteridad”, parece suplicarle el hagiógrafo a su hombre, quien, en cambio, se muere “de un modo tan decepcionante”. Este es el único comentario igualmente decepcionante de una biografía conducida en todo momento con buen pulso, decepcionante e injusto, pues no acepta que el gran Chesterton muera simplemente como un hombre, como “Gilbert”, el marido de Frances y el amigo de Dorothy. ¿A quién tendría que haber contentado aquí el escritor británico, a todos los admiradores futuros deslumbrándolos con una última perla genial desde su lecho mortuorio, o a esa esposa y a esa amiga fieles que, sumidas en el dolor, decían adiós al esposo y al amigo? A veces somos injustos con los genios porque queremos que tengan desplegada en todo momento su genialidad, sin permitirles que la arríen ni un segundo. Cuando se trata del momento de su muerte tal expectativa es doblemente injusta, pues no les dejamos morir a lo llano, vueltos hacia quienes fueron el sostén de su vida, con un franco “hola, cariño”, “hola, querida”.
Pues bien, mi pregunta sustanciaba todo lo anterior y el interpelado, reafirmándose en su decepción, de la que yo me desmarqué afirmando mi no decepción, se refirió a lo que venía a continuación de sus polémicas palabras y que matizaba su juicio, como así es en efecto: “Aun así, sus palabras fueron sumamente apropiadas; en primer lugar, porque estaban dirigidas a las dos personas más importantes de su vida: su mujer y su hija adoptiva; y en segundo lugar, porque eran palabras de saludo y no de despedida, significaban un comienzo y no el final de su relación”.
Y no puedo dejar pasar lo que ahora mismo me viene a la cabeza. En Stratford-upon-Avon, en el mes de agosto de 2004, vi un arbolito recién plantado con un recordatorio en su base que rezaba así:
Norman Rodway
1929-2001
Hello forever

Va a resultar, como testimonia esta placa, que los “holas” últimos de Chesterton sí que han pasado a la posteridad.

lunes, 27 de febrero de 2012

La confianza del bien


(…) vida en fin, que se fundara antes en la confianza del bien, que en el recelo del mal (Benito Pérez Galdós, La corte de Carlos IV). Una pedagogía que acentúe más lo segundo, “el recelo del mal”, que lo primero, “la confianza del bien”, comete un error gravísimo, el de poner más  empeño en erradicar la cizaña que en cuidar el trigo.

jueves, 23 de febrero de 2012

Una mariposa


Ausente la palabra, me quedo tan flaco de carnes que apenas si acierta una mariposa a posarse en mí.