Me causan repelús todos los esfuerzos que quieren
ahorrarnos las nuevas tecnologías. Parece que llegará el momento en que no
tendremos que mover ni un solo músculo de nuestro cuerpo para que las cosas
funcionen. Llegaremos a nuestra casa y la inteligencia artificial instalada en
algún sitio advertirá nuestra presencia y entonces se abrirá la puerta ella
solita, las luces se encenderán, otro sensor se dará cuenta de lo fatigado que
estoy y me invitará a tomar un vaso de agua y a sentarme en el sofá, el cual,
monitorizado también él, ya me recibirá con el respaldo inclinado hasta el
punto exacto que necesita mi zona lumbar. Pues no, yo no quiero esto, no quiero
que se me atrofie el cuerpo, mis manos necesitan moverse, utilizar el picaporte
y empujar la puerta, acudir al interruptor para encender la luz, manejar la
clavija del sofá hasta situarlo en el ángulo en que yo sienta que es el
adecuado. Este ahorro de esfuerzo al que se me invita (¿o que se me impone?) me
parece un ataque en toda regla a la movilidad de mi cuerpo que casi diría yo
que es también la movilidad de mi espíritu.
3 comentarios:
Tal cual; estoy de acuerdo.
¿Se acuerda de "La Pradera" de Bradbury?: https://bookhunters-comunidad.blogspot.com.ar/2016/03/la-pradera-cuento-de-el-hombre.html
Espeluznante y... ¿profético?
No podía acordarme porque no lo había leído. Pero, tras haberlo hecho, sí, debo decir que es espeluznante y que, ojalá, no se cumpla nunca, nunca. Qué horror.
Muchas gracias por dármelo a conocer, Josefina.
De nada.
Ray Bradbury tiene mucho que vale la pena.
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