-La relación entre la ética y la política: Lincoln compró los
votos afirmativos y las abstenciones que necesitaba para aprobar la enmienda
que abolió la esclavitud: ayudado por un mal gesto ético (al que habían
precedido, claro, innúmeros buenos gestos y luchas) se dio un inmenso paso
adelante en la historia de la humanidad. ¿Cómo hemos de juzgar la actitud del
decimo sexto presidente de los Estados Unidos? La ética lo condena pero la
política lo salva. El fin no justifica los medios, decimos: ¿siempre y en todo
caso, sin excepciones?
-Fui profesor de religión católica en un instituto de
enseñanza pública desde 1990 hasta 1993. Desde entonces y hasta hoy me han
acompañado serias dudas sobre la pertinencia de que la escuela pública de un
estado laico acoja en su oferta académica la enseñanza de la religión católica.
El artículo 27.3 de la Constitución lo legitima pero a mí me parece muy
discutible que “los poderes públicos” tengan que garantizar “el derecho que
asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral
que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. El problema está en el
“reciban”, que supone que los poderes públicos deberán hacer algo para que tal cosa ocurra. ¿Lo deben hacer, es realmente
de su incumbencia? Groso modo, ¿no es
asunto de los padres y sólo de los padres preocuparse de educar a sus hijos
según sus convicciones? Lo más que le correspondería al Estado sería derribar
los obstáculos que impidiesen el ejercicio de este derecho.
En todo caso, el acceso al puesto de profesor de religión debería seguir exactamente los mismos pasos que el que se sigue en el resto de las materias. Nunca debieran ser nombrados por los obispos, y su idoneidad no tendría que incluir obligatoriamente ningún tipo de relación personal con la fe católica. Bastaría la que se le exige a cualquier profesor: competencia profesional y ejemplaridad moral. Hay que repetir una y otra vez que el contexto es académico, no catequético: el objetivo no es despertar ni mantener (tampoco derribar) la fe de nadie sino interesar a los alumnos en el conocimiento teórico del hecho cristiano y en su reflexión sobre él.
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