Entrañas de vida doméstica puestas al sol y a la brisa, banderas que, avistadas desde lejos, anuncian un hogar, una mesa, un lecho. Sábanas sobre todo, lienzos donde los cuerpos imprimieron su amor, su agonía, su soledad, sus sueños, sus triunfos, íntima escritura invisible que ningún agua disolverá jamás. Por eso no habrá mejor mortaja a la hora de la muerte: en ellas está toda nuestra vida.
6 comentarios:
Sábanas que, además, pertenecen a la tradición inmemorial de los ritos y que nos unen, en cierta manera, a Quien nos gustaría unirnos, definitivamente.
Es un texto muy bueno, en lo que parece que está empezando a ser una serie sobre 'las cosas cotidianas' que promete mucho.
Gracias, Ángel. Pero, ¡ay!, no sé si promete o no..
Promete, promete...
Siempre blancas, siempre limpias, de algodón o de hilo ¡aunque mira que es lata plancharlas entonces!
Un abrazo, Suso
Es estremecedor, Suso. Cada día me paso y lo leo. Hay una relación misteriosa y profundísima entre los lienzos y el hombre, que empieza en los pañales y acaba en la mortaja. Este verano, en el pórtico románico de la iglesia de Santo Domingo en Soria, me hizo mucha ilusión encontrarme la escena de la expulsión del Paraíso: el ángel con la espada flamígera, Adán y Eva caminando cabizbajos, y ella con un huso de hilar en la mano. Hoy, al leerte una vez más, he pensado en esa otra Sabana en la que el Hombre Dios imprimió su amor, su agonía, su soledad,(¿sus sueños?), sus triunfos...
Es lo que tienen tus textos: muchas capas, y siempre algo que se escapa.
Con glosadores como tú, Cristina, uno queda justificado para siempre. ¡Qué verdad y belleza en tu glosa! Sí, creo que la intención de mis textos es sujetar un globo y al mismo tiempo soltarlo, tener algo ante los ojos y a la vez incitar a mirar aquello que se escapa.
Un abrazo, Cristina.
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