Cuando te haces palabra, de algún modo esa palabra se distancia, se pone incluso por encima de ti. Cobra, esquivándote, vida propia. Así como el hijo, nacido de sus padres, llega a alcanzar una vida independiente que podrá permitirle ponerse frente a ellos, así también la palabra nacida de uno puede, con su alcanzada emancipación, situarse frente a su creador y decirle: “Yo, palabra salida de ti para decir la verdad, tu verdad, me sitúo ahora de cara a ti y te hablo como palabra ya no tuya sino como palabra crecida y libre, para decirte tu verdad, una verdad que en su momento salió de ti y acaso olvidaste”.
1 comentario:
La verdad sea tanta, cada palabra que creamos es fruto de nosotros mismo, nuestro yo personalizado, aquel que se asemeja tanto, que incluso llegamos a desconocerlo, el cual como hijo prodigo, veremos crecer, para darnos alegrías y penas. Huella de identidad que marcara nuestra vida y destino.
La palabra sea pues, espejo de nuestro yo verdadero
RD.
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