Vagar fuera del cauce, desistir de la propia empresa: a veces uno yerra así, por pereza, por inconstancia, por dilapidación del precioso tiempo propio en quehaceres miles, vanos, que me roban porque consiento yo ser robado. Desceñido, el espíritu se desparrama entonces, no florece, no da fruto, y se cansa al final sin premio entre las manos, sólo vacío, por no haber estado donde había que estar.
2 comentarios:
Yo creo que mejor aquí, y eso es raro porque tiendo a pensar que lo que puede decirse en prosa mejor allí... Sin embargo, funciona mejor aquí, tal vez por que el verso es el cauce natural de esta metáfora.
Gracias, Enrique. Creo que tienes razón.
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