jueves, 4 de mayo de 2017

Jeff Bridges

¿Cuándo conocí a Jeff Bridges? Imposible saberlo. Es otro de los actores que amo y, desde el primer momento, un amigo y ahora ya un viejo amigo. Hace unos días volvimos a vernos en Comanchería (2016) y por eso lo traigo hoy aquí. Dicen de él que es “un actor de raza” y yo me pregunto qué significa esto. ¿El que actúa por instinto frente al que actúa por método? ¿El que nace y se hace frente al que no nace y después se hace? No lo sé, pero en cualquier caso me gusta la expresión: “un actor de raza”. Sin tardar, acude a mi memoria La última película (1971), en la que Jeff tenía veintidós años y en la que formaba un precioso tándem crepuscular con Timothy Bottoms, y, muy rápido también, el último plano de Fat City, ciudad dorada (1972), donde lo veo acodado en la barra de un bar al lado de Stacy Keach. Después, el traedor de recuerdos pega un salto de veintiséis años y me pone ante El gran Lebowski (1998), de los hermanos Coen, en el que aparecía ya su versión barrigona y un tanto pasota y de la que algún rastro queda en la película por la que ganó el óscar al mejor actor, Crazy Heart (2009). Sigue matrimonialmente unido, desde 1977, a su primera y única mujer, Susan Geston, lo que hace que lo ame todavía más. Un tipo decente en toda su extensión: como hijo, como hermano, como marido, como padre, como amigo, como actor… Ojalá, Jeff, que no nos falte nunca gente como tú en el mundo del cine. 

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