Los consuelos de Dios vienen
siempre del mundo que nos rodea. ¿Dónde, sino en nuestro aquí y nuestro ahora, nos confortará Dios? Y será alguien o algo
de todos los días: tu madre, tu esposo, tu hija, tu amigo, tu compañera de
trabajo, tu vecino, un libro, una entrada de un blog, un vídeo en youtube, un
anuncio en la tele, tu rostro visto en el espejo mientras te cortan el pelo,
quien te alivie y te de un empujoncito.
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