De Olegario González de Cardedal, Navidad y Epifanía, 2002-2003:
I
En el umbral del misterio nos quedamos.
En el umbral del amor nos quedamos.
En el umbral de la verdad nos quedamos.
En el umbral de la belleza nos quedamos.
En el umbral del prójimo nos quedamos.
En el umbral de Dios nos quedamos.
¿Quién nos pasará del umbral al santo de los santos?
¿Quién vendrá a nosotros del fuego del hogar
al portón del umbral?
¿Cómo llegar al corazón de los que amamos?
¿Cómo perforar nuestra corteza y llegar a la entraña?
¿Quedaremos alejados para siempre de aquello
que realmente amamos?
Los labios de la sed y la fuente del agua,
¿no serán nunca hermanos?
II
Si tú no nos adentras hasta el fondo del pozo,
Si tú no abres las puertas que dan al santuario,
Si tú no nos traladas el duro granito
de nuestro corazón,
no llegaremos nunca al altar donde mana
el agua de la vida,
ni sabremos que eres tú el hontanar de la sed
y de la espera.
Llévanos, Señor, del umbral hasta el centro,
del portal al hogar,
donde enciendes la lumbre y despliegas
la mesa y nos partes tu pan,
para alumbrar tu faz, para el calor del hombre,
para vida del mundo.
Feliz Navidad y que Dios os bendiga.
I
En el umbral del misterio nos quedamos.
En el umbral del amor nos quedamos.
En el umbral de la verdad nos quedamos.
En el umbral de la belleza nos quedamos.
En el umbral del prójimo nos quedamos.
En el umbral de Dios nos quedamos.
¿Quién nos pasará del umbral al santo de los santos?
¿Quién vendrá a nosotros del fuego del hogar
al portón del umbral?
¿Cómo llegar al corazón de los que amamos?
¿Cómo perforar nuestra corteza y llegar a la entraña?
¿Quedaremos alejados para siempre de aquello
que realmente amamos?
Los labios de la sed y la fuente del agua,
¿no serán nunca hermanos?
II
Si tú no nos adentras hasta el fondo del pozo,
Si tú no abres las puertas que dan al santuario,
Si tú no nos traladas el duro granito
de nuestro corazón,
no llegaremos nunca al altar donde mana
el agua de la vida,
ni sabremos que eres tú el hontanar de la sed
y de la espera.
Llévanos, Señor, del umbral hasta el centro,
del portal al hogar,
donde enciendes la lumbre y despliegas
la mesa y nos partes tu pan,
para alumbrar tu faz, para el calor del hombre,
para vida del mundo.
Feliz Navidad y que Dios os bendiga.
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