Uno necesitaría mil palabras para explicar hasta qué punto y
de qué manera le fascinan los actores, ciertos actores, pero sobre todo las
actrices, ciertas actrices. El deseo de escribirlas ha vuelto estos días, al
ver Buscando a Debra Winger, un documental dirigido
por la actriz Rosanna Arquette y en el que otras actrices, famosísimas muchas
de ellas, cuentan lo que piensan y sienten del Hollywood que las ignora una vez
que alcanzan los cuarenta años. De emoción en emoción veo y escucho a Sharon
Stone, Meg Ryan, Whoopi Goldberg,
Melanie Griffith, Holly Hunter, Frances McDormand, Gwyneth Paltrow y muchas
otras. Que el título se refiera a Debra Winger se debe a que esta actriz
abandonó el cine cuando tenía 50 años, por todas las incomodidades y asfixias
que el sistema de Hollywood le provocaba.
Es una de mis actrices favoritas, lo cual significa que tengo
por ella un amor incondicional. No sabría decir el porqué. En muchos casos, al
instante te viene una razón que explica el motivo de la fascinación o el amor
que sientes por alguien pero en otros no: es más difuso e inconcreto, y
averiguarlo te llevaría horas y cientos de palabras sin llegar finalmente a
desvelarlo. Yo he visto a Debra Winger actuar en Cowboy de ciudad (1980), Oficial
y caballero (1980), La fuerza del
cariño (1983), Peligrosamente juntos
(1986), El caso de la viuda negra
(1987), El sendero de la traición
(1988), Tierras de penumbra (1993), Olvídate de París (1995), En terapia (2008) y La boda de Rachel (2008). ¿Quién es, qué tiene esta actriz para que
me guste tanto? Empiezo mi indagación por su rostro. Es rectangular (creo que
la rectangular es la plantilla base de todas las caras; después podrán ser más
o menos alargadas, más o menos anchas, más o menos redondeadas...), alargado,
con una mandíbula picuda, fuerte (como la de Katherine Hepburn o Sigourney Weaver,
otras de mis actrices preferidas), un rostro claro y luminoso, ojos de color
azul grisáceo y frente despejada. Para mí es tremendamente atractiva pero,
además, ¿es bella? La punta redondeaba de su nariz impide que lo sea más. No se
podría decir que tiene un físico potente pero sí se adivina una personalidad
intensa e inteligente. Hará lo que quiera hacer, será lo que quiera ser; nadie
podrá manejarla. Y por aquí, creo, me estoy acercando al quid de la cuestión,
que coincide con el que explica la pasión que siento por otras actrices: Debra
Winger es fuerte. Sí, me atraen indefectiblemente las mujeres fuertes,
independientes, ingobernables, dueñas de sí mismas. Y hay un freud que lo
explica, ya no subterráneo ni inconsciente: X, que tiene un poderosísimo ascendiente
afectivo sobre mí, se adecúa, en alguna medida, a este perfil. ¿Son
las Katherine Hepburn, Sigourney Weaver, Debra Winger, trasuntos, proyecciones
o amplificaciones de X? Puede que sí.
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