Tiene la literatura algo que no tiene el cine: vacío de imágenes, lo cual exige al lector ponerse en acción de llenado. Se dispara entonces la imaginación, y fiel a su nombre, monta la "película" del libro a medida que los ojos avanzan sobre las líneas. Dibuja rostros, calles, habitaciones, caminos, barcos, luchas, amores, montañas..., todo. Es tan fértil esta acción, tan activa, tan recreadora, que me obliga a pensar que, frente al cine, la literatura siempre llevará la ventaja de estimular mucho más nuestra creatividad. Grandísima ventaja, sin duda, lo cual hace que, teniendo que conceder un puesto de honor, sean los libros los que lo obtengan.
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