miércoles, 30 de septiembre de 2015

La brecha

¿No debería reconocer el pro taurino que el toro sufre en la plaza? Porque es evidente que sufre. De hacerlo, ¿se abriría una brecha en su defensa de las corridas de toros? Ocurre aquí lo mismo que en su día ocurrió con la ley antitabaco: sus críticos, adalides de la libertad, no reconocieron nunca el derecho que tenía el no fumador a verse "libre" de humos indeseados e indeseables. ¿Temían la brecha? El caso más fragante es el de muchos defensores del derecho al aborto. Si reconocieran que lo que eliminan es algo más (“alguien más”, habría que decir) que un mero conjunto de células, ¿cuán grande sería la brecha?
Pero vuelvo al tema de los toros. ¿Qué dirían ustedes, señores y señoras pro-taurinos, si en el lugar del toro estuviese su perro, o un oso panda, animal entrañable donde los haya? Pues lo que nunca le haríamos a nuestro perro o a un oso panda no se lo hagamos tampoco al toro. No teman la brecha.

martes, 29 de septiembre de 2015

Hasta que la muerte, u otra cosa, os separe

Me desconcertó mucho la noticia de la separación de Vargas Llosa de su mujer, Patricia Llosa, con la que se casó en 1965. Al instante me vinieron a la cabeza las palabras emocionadas que sobre ella pronunció en el discurso del premio Nobel el año 2010: “El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir’”. Y aquellas otras, tan laudatorias (no he podido encontrarlas), sobre un matrimonio francés conocido por los dos y que el matrimonio Llosa se propuso de inmediato imitar. Buen mazazo se llevaron cuando esta pareja perfecta se separó a los pocos días de estar por última vez con ellos. Este mazazo me lo han dado ahora los Llosa al romperse su relación, pues uno, que apuesta por el amor para toda la vida y hasta que la muerte los separe, veía en su matrimonio un triunfo de este ideal. Por lo que se ve, nunca es tarde para separarse y antes que la muerte otra cosa los separó. ¿Cuál? Me gustaría saberlo.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Es complicado

Cuando se pusieron a hablar de la vida conyugal la expresión que más sonó fue “es complicado”. Después de escucharlos durante un rato lancé la comprometedora pregunta: “¿Pero merece la pena?” “Haber tenido hijos fue una alegría”, dijo uno, mientras la cara de su mujer reflejó cierto descontento. El segundo dijo que en el caso de que se divorciara tenía claro que no se volvería a casar. Y, finalmente, el tercero, el más rocambolesco, remató la faena diciendo que le gustaría ser mujer para poder tener hijos sin el concurso de una pareja, para algo están los bancos de semen. Yo saqué el caso de X e Y, también conocidos por uno de los presentes, como ejemplo de matrimonio de excelente rodar. “Sí, pero de esos hay uno por cada mil”, añadió alguien. Mentiría si dijera que la atmósfera estuvo presidida por una sensación de fracaso o amargura. Había más bien un fondo de realismo y hasta de cierto humor, y la conciencia de que el paso de los años les había concedido cierto savoir faire. Ciertamente, es complicado.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Verse contada

Mi sobrina Sabela vino a buscar en internet un mapa mudo de un mapamundi e imprimirlo para una tarea de clase. Al verse ante el ordenador le sonó una campanilla en la memoria. “¿Tú no escribiste como una historia sobre mí o algo así?” “¿Una historia? No me acuerdo. Déjame que busque en mi blog”. Escribí “Sabela” en el rectángulo de la lupa y apareció esta entrada, de la que no guardaba ningún recuerdo. “Lo que escribí fue esto. Venga, léelo tú”. “¿Solo tenía cinco años?” “Sí, solo cinco. ¿Te acuerdas?” “Sí. ¿Y esto lo ve la gente?” “Pues la que se pasa por aquí sí”. Han pasado seis años desde entonces y Sabela tiene ahora once. ¿Le emocionó un poquito leer mi pequeña historieta? Creo que sí, que le gustó verse “contada”. Me encantaría que fuera la semilla de algo bueno para ella.

viernes, 25 de septiembre de 2015

La suma de mis pocos

De la suma de mis pocos políticos: un poco derechista, un poco izquierdista, un poco centrista, un poco pepeísta, un poco pesoeísta, un poco podeísta, un poco comunista, un poco capitalista, un poco socialista, un poco conservador, un poco progresista, etc., me gustaría que resultase un mucho cabal, lúcido, sensato, responsable y moderado.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Cara a cara

Seguramente es una chorrada pero hace unos días, cuando Nuca, la perra de mis sobrinas Sabela y Alba, me miró a los ojos caí en la cuenta precisamente de esto, de que ella, un animal, no dirigió su mirada a mis piernas o a un brazo sino a mis ojos. ¿Y cómo saben los animales, que también tienen ojos, que deben mirarnos precisamente a los ojos cuando nos miran? ¿Quién se lo dijo

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Dios Padre

Dios no sabe ser Dios sin ser Dios Padre por lo tanto no habría que decir nunca “Dios” a secas sino siempre Dios Padre (Y ya puestos Dios Hijo y Dios Espíritu, claro).

martes, 22 de septiembre de 2015

Cuando no sabes qué leer

Yo, como debe ser, solo leo lo que me interesa y lo que me place. El problema surge cuando no sé qué libro podría interesarme y darme placer. Aguantar ahí, a la espera de que aparezca, no es fácil. Te sientes huérfano, abandonado, en tierra de nadie.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Imanes

Otros nos atraen y nosotros atraemos y de esta conjunción de imanes surgen los amores, las amistades.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Al por menudo

A grandes rasgos entiendo lo que quiere decir una persona cuando se define como conservadora o se define como progresista, pero a pequeños rasgos ya no, porque nunca acaban de explicar al por menudo en qué consiste eso. Tales autodefiniciones acaso no pretenden ser más que genéricas tarjetas de presentación ante el mundo. Pero en los siguientes pasos no vendría mal que, “al por menudo”, concretasen qué quieren conservar los unos y en qué quieren progresar los otros para que los demás quedásemos más orientados sobre el asunto.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La tradición buena

Nada es bueno por la sola razón de que se lleve haciendo cientos de años. La antigüedad no es garantía de nada porque de ser así todavía nos las veríamos con el Tribunal de la Inquisición o seguiríamos con la trata de esclavos. Por eso aducir a favor de la fiesta del toro de la Vega que es una tradición que se remonta a la Edad Media es tan idiota como decir que hay que seguir usando corbata porque es lo que venimos haciendo desde hace cien años. La tradición, la traditio, aquello que una generación entrega a la siguiente, ha de pararse cuando aquello que se entrega es malo en sí mismo. La tradición es buena cuando entrega cosas buenas. Nada es bueno solo porque sea tradicional sino que solo debe ser tradicional aquello que sea bueno.

martes, 15 de septiembre de 2015

El fin, los medios, la vida

La conflictividad de la vida obliga a veces a “sortear” el insorteable principio que nos dice que “el fin no justifica los medios”. Pongamos un ejemplo. Es usted padre de un hijo al que culpan de un asesinato que usted sabe que no cometió y sabe además que la posibilidad de que, siendo inocente, lo consideren culpable es muy elevada. En tanto que no encuentre pruebas que demuestren su inocencia mantendrá oculto a su hijo. “¿Está su hijo en casa?”, le pregunta la policía. Usted, naturalmente, miente, y les dice que no está. La policía efectúa un registro pero no lo encuentra porque usted lo ha escondido en un lugar a prueba de los mejores rastreos. A ver quién es el guapo que se atreve a censurar al padre por el uso de un medio malo, la mentira, para un fin bueno, la salvación de su hijo. Y así tantas veces en la opaca y problemática vida hay que saltarse el principio del que venimos hablando y acogerse a la doctrina del mal menor, de tan honda raigambre en la teología moral de la Iglesia. De todos modos, en el ejemplo que he puesto, la desproporción entre el fin, una vida, y el medio, una mentira, es tan vasta, que hablar de esta como un mal es casi, o sin el casi, un despropósito. Este mal es tan “menorcísimo” que directamente se podría decir que es un bien, si nos dejamos de abstracciones.

A propósito de esto, no puedo dejar de acordarme de aquella escena de Los miserables, de Víctor Hugo, en la que la religiosa “Sor Simplicia”, que “no había mentido nunca”, ante una pregunta de Javert, el inspector de policía, tuvo que hacerlo por primera vez en su vida para salvar a Jean Valjean, lo que le hizo pasar “un momento terrible en que (...) creyó morir”. Víctor Hugo espera para Sor Simplicia “que esta mentira os sea contada en el paraíso”, como así habrá de ocurrir con tantas salvadoras mentiras.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Ojalá

¡Ojalá el sufrimiento fuese siempre para todos, creyentes e increyentes, una puerta por la que dejásemos entrar a Dios!

martes, 8 de septiembre de 2015

El estilo del escritor

¿Controla el escritor su escritura hasta el punto de que pueda volverla más inteligible, si este fuera el caso? ¿O no podría aunque quisiera? Olegario González de Cardedal, en el prólogo de su libro El quehacer de la teología, dice: “Con el fin de facilitar la lectura, me he esforzado para que el estilo fuera lo más transparente posible, evitando los tecnicismos” (El subrayado es mío). Olegario quiso y supongo (no leí el libro) que pudo hacer que su estilo fuese “más transparente”. Esto viene a cuento porque a mí gustaría entender más y mejor a un determinado bloguero que tiene un estilo a ratos oscuro y enrevesado, lo que hace que yo me aleje de su lectura. Si fuera su amigo tal vez me atreviese a hablarle de esto mas no es el caso. Mi pregunta inicial de todos modos persiste: ¿le sería posible escribir de un modo más “transparente”? Porque a lo mejor no podría aunque quisiera. ¿Escribimos como queremos, como podemos o todo a un tiempo?

lunes, 7 de septiembre de 2015

De cine, sexo y madre

Durante el verano, bajo con mi pendrive a eso de las diez para ver una película en la sala. Mi madre dormita o lee todavía un rato antes de irse a la cama. Digamos que podemos estar juntos unos diez o quince minutos. Yo cruzo siempre los dedos esperando que no haya ninguna escena que vaya más allá de un beso en los minutos iniciales de la película para que mi madre no se me alborote y me suelte un “¡que obscenidades!”, porque además tengo la puñetera mala suerte de que, justo cuando aparecen las escenitas de marras, mi madre va y se despierta. Hace unos días me puse a ver la película de Abel Ferrara sobre Pasolini, titulada precisamente Pasolini. Al comienzo, ¡ay!, el director italiano aparece revisando Saló o los 120 días de Sodoma para dejarla lista para su estreno. Y entonces se ve lo que se ve y yo pego un respingo, sudo, me pongo tenso y... compruebo que mi madre no dice nada. “No me lo puedo creer. Claro, como ahora ve peor, a lo mejor no llega a distinguir lo que se muestra en una tele dentro de otra tele. Pero, por favor, por favor, qué pasen pronto estas imágenes” Y, ¡uff!, pasaron. ¿Qué había ocurrido? Que, por suerte, esta vez mi madre no se despertó. Unos días después, revisando los extraordinarios Decálogos del católico director polaco Krzysztof Kieslowski, le llegó el turno al dedicado al sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”. A determinada altura de la película, la protagonista recibe en su casa a uno de sus amantes que, nada más entrar, la abraza, mete su mano entre la braga y la nalga y... “¡qué obscenidades!”, al que mi madre añadirá otro cuando un poco después estén los dos en la cama. ¡Todo muy poquita cosa, casi pura castidad, vaya, en relación con lo que hoy se ve en los cines! A mi madre ya intenté explicarle en más de una ocasión que, por necesidades del guión, en atención a la verosimilitud de la historia, a lo ella quiere contar, etc., a veces es preciso mostrar escenas sexuales sin que en el ánimo del director obre ningún impulso impúdico. Como si nada. En este tema mi madre está chapada a la antigua y aunque se lo explicara el mismo papa no lo entendería ni lo aceptaría. Cuando finalmente se levanta del sofá y se va a la cama yo respiro tranquilo, me repantingo y disfruto del resto de la película.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Yo y yo

Cuando digo que “algo dentro de mí me impulsó a” o cosa parecida, ¿puede ese “algo” ser otra cosa que yo mismo? Mi “yo uno”, y no dos o tres, etc., más allá de la conciencia inmediata de mí mismo, se hunde hacia dentro y desde esas profundidades me lanza mensajes, es decir, yo me lanzo mensajes a yo. Es imposible referirse a sí mismo sin estos desdoblamientos lingüísticos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Los "calores" de Sevilla

“Una enfermedad bien administrada es mejor que una canonjía”, comentó mi tío Luis, mercedario en Sevilla, pensando en sus dos compañeros, “dos maulas”. El mes de agosto lo pasó con nosotros, quince días aquí, con su hermana Pilar, mi madre, y la otra quincena con su hermano Darío. El verde ante los ojos, que tanto añora, el aire fresco y el cariño y la escucha que recibe de su familia reponen sus fuerzas. El mes de julio lo había dejado exhausto. Se sumaron su insomnio, el calor terrible, sus 87 años y la maulitis de sus hermanos de la Orden de la Merced. Allí calla para no armar guerra pero con nosotros se desahoga. Se quejó, por ejemplo, del magro por no decir nulo resultado de las visitas que los superiores realizan a las casas mercedarias, pues no averiguan con antelación ni in situ los problemas que hay en ellas para intentar solucionarlos. “Siendo así las cosas no me extraña que no haya vocaciones”, dice. “Aquí demuestra Dios su sabiduría. Él sabe lo que hace. Mientras no cambien las cosas es mejor para los jóvenes que no entren en la Orden”. El problema es más complejo, claro, y él lo sabe, pero no estaba ante un comité científico analizando un problema sino con los suyos, desahogándose. Mi madre le recordó entonces la obra de misericordia que venía al caso: “Sufrir con paciencia las adversidades y flaquezas de nuestro prójimo”. Y antes de que terminase mi madre su enunciado mi tío se unió y lo acabó con ella. “En eso estamos”, concluyó.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Mis llorares

Cuando leí la respuesta de Enrique a la pregunta “¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?”, del test de Arthur Aron, me puse a pensar yo en mis llorares. Son muy escasos, escasísimos. El año 1996 lloré a moco tendido abrazado a mi hermana María debido a un asunto que nos ligaba a ella, a mí y a nuestro amigo X. El desahogo me liberó de un quiste que se estaba volviendo tumefacto. No volví a llorar, que yo recuerde, hasta el 12 de octubre del año 2002. Habíamos tenido la comida de la fiesta del Pilar, la fiesta familiar por antonomasia, en la que celebramos el cumpleaños y santo de mi madre, el santo de mi hermana Pili y el cumpleaños de mi hermano Luis. Estaba fregando la vajilla y en ese momento se acercó mi cuñada Dolo. Le estaba hablando de unas obsesiones sobre la muerte de mis seres más queridos que venía padeciendo desde el mes de agosto y entonces me eché a llorar; se acercaron mis hermanas Pili y María, que quedaron también informadas del asunto. El 7 de mayo de ese año había muerto mi padre. ¿Había alguna relación entre mi llanto y esta muerte? No lo sé y sigo sin saberlo. Han pasado trece años y no he vuelto a llorar. Se humedecen mis ojos, sí, cuando en la tele, ya sea en un espacio informativo ya en una película, veo un acto bueno, pero no llego a derramar lágrimas. En más de una ocasión me hubiese gustado gozar de ellas pero nunca acudieron en mi ayuda.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

martes, 1 de septiembre de 2015

Las pasiones de la carne

“Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia, envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5, 19-21). No sé cuántos tremebundos predicadores pretéritos habrán tenido en cuenta que, “las obras”, es decir, “las pasiones de la carne”, además de las que él y los que los escuchaban tenían en mente, entiéndase: “fornicación”, “impureza”, “orgías”, eran también todas las otras, a saber: “libertinaje”, “idolatría”, “hechicería”, “enemistades”, “discordia”, “envidia”, “cólera”, “ambiciones”, “divisiones”, “disensiones”, “rivalidades” y “borracheras”. El término español “carne” es la traducción del griego “sarx (σαρξ)”, que tiene un significado mucho más amplio que aquel. “La voz sarx (carne) significa ante todo (...) la naturaleza humana, el hombre en su condición nativa, la esfera de lo constitutivamente débil y caducable (...). Pablo va a imprimir al vocablo un sesgo peculiar que acentúa la idea de debilidad inherente a la ‘carne’ (...), flexionándola hacia la idea de debilidad moral; el hombre en cuanto carne es el ser proclive al pecado o emplazado en su esfera de influencia” (Juan Luis Ruiz de la Peña, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental). ¿Cómo devino la sarx griega, hombre humano-débil-pecador, de tan amplio significado, carne española, solo hombre con malos deseos sexuales, de tan reducido significado? Así pues no solo la “lujuria” sino también el resto de los pecados capitales: “gula”, “avaricia/codicia”, “pereza”, “ira”, “envidia” y “soberbia/orgullo” son “pasiones de la sarx, de la carne”.