No me parece apropiado
calificar de altoplano la etapa de mi vida en la que ahora estoy -48 años-,
porque en él sopla un viento fuerte que te empuja y te hace avanzar muy rápido,
figura de un tiempo que seguiría pasando vertiginosamente. Se trata más bien de
un bajoplano en el que el aire se mueve con lentitud: un tiempo, quién lo
diría, de nuevo remansado, como el que vivimos cuando somos niños.
martes, 30 de abril de 2013
lunes, 29 de abril de 2013
Manías
Tras decirle que nunca más
le cogería manía a nada ni a nadie, CB me respondió que las manías pueden alertarnos
del desvío o equívoco de aquello que las despierta en nosotros. Pensé entonces
en las últimas que había tenido y, en efecto, en ambos casos era, y es, para mí
claro el error al que apuntaban: en un caso se trata de un proyecto político y en
el otro de un sistema intelectual. Con todo no quiero que se encarnicen hasta
el punto de que, convertidas en aversión intelectual, me dejen a las puertas de
otro tipo de aversión nada recomendable.
miércoles, 24 de abril de 2013
martes, 16 de abril de 2013
lunes, 15 de abril de 2013
El fracaso de la inteligencia
En mis últimas lecturas la
indocta ignorancia, el tópico falseador, el prejuicio que se resiste al juicio
que lo contradice, la desidia para aventar las mentiras, han sido temas
recurrentes. En No siempre lo peor es
cierto, de la historiadora Carmen Iglesias, en Tantos tontos tópicos, de Aurelio Arteta, en Los “Tiempos Recios” del Arzobispo Carranza. Monarquía-Papado I. Carlos
V y Felipe II, “Columnas de la Iglesia”, de mi añorado José Ignacio
Tellechea Idígoras, en Todo lo que era
sólido, de Antonio Muñoz Molina, traído por un tema o por otro, al hilo de
cuestiones distintas, el afán de no saber, la voluntad de no ver, el poder
imponiéndose a la verdad, el “siempre ha sido así y así seguirá siendo”, el
nacionalismo practicando su acostumbrado victimismo frentista, la ideología
venciendo a la idea, el tópico resistiéndose a ser corregido por lo ectópico,
la discrepancia vista siempre como ataque, el sentido común apareciendo como el
menos común de los sentidos, la pertinacia en la insensatez, en suma, como
diría José Antonio Marina, el fracaso de la inteligencia, me ha salido al paso
una y otra vez.
sábado, 13 de abril de 2013
El corazón encima de la mesa
Comentaban la impericia de
los varones para hablar de esos capítulos de la propia vida a los que siempre acompañan
emociones, sentimientos o afectos íntimos. Decía A. que cuando estaba con sus
tres compañeros de trabajo, en el presente ya sus amigos, siempre quedaba con
la sensación de haber sido impúdica al tratar de algún asunto afectivo de su
vida. Tal vez con la excepción de J., X. y X. nunca daban noticia de sus
contenidos del corazón. Yo me acordé entonces de una información periodística
leída hace un montón de años que versaba sobre el “analfabetismo emocional” de
los varones. A., sin conocerme mucho, intuía que yo no entraba en esta lista e
intuía bien. No soy introvertido a tales efectos: pongo el corazón con
facilidad encima de la mesa.
jueves, 11 de abril de 2013
La margarita
Fue
en pleno duelo tras su divorcio cuando conoció a E., que le brindó apoyo y alivio. Más tarde,
cuando ella lo necesitó, fue él quien le correspondió con las mismas armas. Lo
uno y lo otro los hizo grandes amigos. E. me puso en antecedentes con respecto
al enamoramiento en el que anda ahora flotando. Se trata de una compañera de
trabajo y él ya ha iniciado su cortejo. Mi amiga S., amiga de E., y ya después
amiga también de él, es, digámoslo así, su tutora en estos primeros lances
amatorios. Resultó enternecedor oírle contar la historia de la margarita
encontrada en la calle y convertida después, tras un previo proceso
embellecedor, en la carta de presentación de su amor. Y es que ella, claro, se
llama Marga. No hacía ni siete horas que lo conocía, tras presentármelo E., y
ya le estaba pidiendo, al despedirnos, que permitiera a S. y a E. que me
mantuvieran al corriente de su aventura amorosa.
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